12/19/2007

"MÁS QUE ACTOS, QUE HAYA MENOS POBRES"

Horacio Pietragalla Conti es el nieto recuperado número 75 a partir de la tarea que iniciaron las Abuelas de Plaza de Mayo. Recobró su identidad hace 4 años, cuando tenía 27 de edad. Hasta ese día lo llamaron César Sebastián Castillo. Hoy vive en Bariloche, donde trabaja, milita y colaboran con la Red de Abuelas en el interior del país: “aporto un grano de arena”, dice. Y asevera: “Es gratificante saber quién es uno”. Pietragalla fue entrevistado por Verónica Mc Lennan para el programa “La Mañana a Full”, que se emite de lunes a viernes entre las 8.30 y las 12 por el 105.7 Mhz.
Dice Horacio Pietragalla, en medio de la fiebre de actos y homenajes a las víctimas del terrorismo de Estado, utilizados además como propaganda por el gobierno kirchnerista: “Son importantes los actos, pero me parece que hoy si mi viejo o mi vieja o muchos de los desaparecidos, si estuvieran vivos no les gustaría esto y sí que empiece a haber redistribución de la riqueza y cada vez menos pobres en la Argentina, pero en serio. Eso es lo que era la lucha de ellos y el reconocimiento que quisieran algún día. Que se los recuerde en esa lucha y en ese objetivo que tenían como plan de país”.
–Estos actos, estas cosas que se hacen, ¿qué significado tienen para vos, tienen que ver con el trabajo de recuperar nuestra identidad como país?
–Seguro. Me parece que después de tantos años de haber estado silenciados, gracias por sobre todas las cosas a los organismos de Derechos Humanos que hicieron la lucha para que el tema esté instalado, para que se hagan las cosas que se tienen que hacer y temas que antes ni se mencionaban hoy estén en los horarios centrales de la televisión. Me parece por sobre todas las cosas que es algo importantísimo, y gracias a los organismos de Derechos Humanos que siempre estuvieron ahí.
–Vos mencionabas la tarea de la televisión. ¿qué te parece el trabajo que se ha hecho de Televisión por la Identidad?
–Me parece importantísimo, porque desde el momento en que cada uno de nosotros encontramos nuestra identidad, el grano de arena que podamos sumar contando nuestras experiencias puede servir para que otros jóvenes que estén con dudas puedan dejar esos miedos que frenan y paralizan para poder liberarse y acreditar su identidad, ir a averiguar.
–En el momento en que recuperase tu identidad vos decías “ahora sí puedo tener hijos”… ¿Por qué te surgió eso?
–Todavía no los tuve. Fue algo metafórico, como decir que el engaño llegó hasta acá y no se transmite a otras generaciones. Ahora mi hijo, el día que lo tenga, va a tener un apellido y su verdad. Es importantísimo, no sólo por mí sino por ellos.
–¿Cómo fue recomponer esto, cuánto tiempo de elaboración interna te llevó desde tener dudas sobre tu identidad hasta empezar a hacer algo para recuperarla?–Fue un camino largo, la duda la tuve a partir de la adolescencia y empecé a hacer algo para averiguar digamos… siempre hice cosas por mi cuenta, con allegados, pero lo más preciso para acercarme a la institución fue recién cuando tenía 25 años. Pasó mucho tiempo. Me acerqué a Abuelas en noviembre de 2002 y no fue muy largo el proceso de averiguación, Abuelas tenía muchas denuncias sobre mi caso, si yo no me acercaba a ellas, ellas ya iban a iniciar una causa judicial para acercarse a mí. Fue un encuentro mutuo. Sospechaban qué caso podía ser. También tengo un parecido con mi madre, muy importante, que me encanta tenerlo… Tener fotos hizo que directamente el análisis genético se comparara con este grupo familiar, así que desde el día en que me hice los análisis los resultados tardaron sólo 17 días. Fue gratificante. Las ansiedades en ese momento son muy fuertes.
–Uno se imagina además que en ese momento también hay un replanteo de la relación con las personas que te criaron hasta entonces diciéndote que eras hijo de ellos. ¿Cómo resolviste ese tema, qué pasó una vez que te enteraste de que las personas que te habían criado no eran tus padres?
Uno de los principios de mi vida, desde siempre, fue el ser totalmente sincero conmigo mismo y con los demás. Me parece que ellos por ahí fallaron, hicieron agua, nunca me conocieron como hijo por esa distancia que ellos mismos pusieron al tener esta mentira de por medio. Hoy la relación no es la misma. Hoy si hablo de mi mamá es de Viviana que fue asesinado en el año ’76 y si hablo de mi papá es de Horacio que fue asesinado en el ’75. Hay una hermana y una sobrina que nada tienen que ver con esto y la relación con ellas se trata de mantener…
–¿Tenés hermanos por parte de tus verdaderos padres?
–Tuve un hermano pero falleció por una enfermedad natural, antes de que nazca yo. No tengo hermanos, soy hijo único.
–¿Pudiste reconstruir la historia de tus padres?
–Papá fue asesinado en el ’75, en un viaje de militancia a Córdoba. Lo mataron bajo mandato de Menéndez y por las “fuerzas libertadoras”, como le decían en Córdoba a la Triple A. Estuvo secuestrado alrededor de 25 días y fue asesinado. Yo encontré los restos de mi papá a los 3 meses de recuperar mi identidad. Se definió cómo llegaron ahí, lo fusilaron y ejecutaron al costado de una ruta. Mamá cuando fue secuestrada en el ’75 papá, pasó a la clandestinidad. Estaba embarazada de mí, papá no me conoció… a los 5 meses de estar con ella hay un operativo de las fuerzas conjuntas Militar y Federal en Villa Adelina y ahí la ejecutan a ella y a 2 compañeros, entraron en la casa donde estaban en un operativo espectacular… Yo me salvé porque mi vieja atinó a ponerme dentro de la bañera. También desapareció el cuerpo, nunca lo entregaron a los familiares y en el año 2004 encontré los restos de mi vieja. Todo también gracias al esfuerzo del equipo argentino de Antropología Forense.
–Es impresionante el trabajo que hace el equipo, ¿verdad?
–Es impresionante. Y aparte la calidad humana que tienen. La historia va a estar agradecida desde el momento en que encontraron los restos del Che y tantas verdades, tanta historia que ha sido ocultada y que gracias a ellos sale a la luz, no sólo acá sino que los reclaman en todo el mundo donde se hayan cometido asesinatos masivos; es uno de los organismos más reconocidos en el mundo para identificar personas.
–¿Pudiste reconstruir el resto de la familia, con abuelos, tíos?
–Abuelos, por una cuestión de fecha, no me pude encontrar, mis abuelas fallecieron en el ’98, una por una enfermedad y otra por un suicidio. Sí conocí tíos, primos… fui conociendo también a los integrantes de mi familia que lamentablemente no pude conocer.
–A partir de este trabajo con las Abuelas, ¿has logrado acercarte a personas que también tienen dudas? Porque esto es un “Efecto Dominó”, un montón de gente que escucha tus testimonios empieza a preguntarse y de a poco comienza a recuperar su identidad…
–Sí, seguro. Apenas encontré mi identidad el trabajo con Abuelas fue necesario y urgente para entender lo que me estaba pasando desde otro punto de vista, desde el lado de ellas… Ver a las abuelas que van todos los días desde hace 30 años con la esperanza de que sus nietos toquen el timbre, me parece que a cualquier persona le aclara un montón de cosas. Son un ejemplo. Estar con ellas fue fuerte. La verdad es siempre positiva y el tiempo ayuda a canalizarlo y procesarlo mejor. Pero la verdad es que estando a su lado uno dice que no hay golpe en la vida que no se supere. Con amor demuestran todo lo que se puede lograr. Hay cosas muy importantes que lograron estas mujeres que luchaban por pedir por sus hijos, nada más. Y nada menos.

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