Yo, el supremo

Acostumbrado a mandar a los golpes y por la fuerza, el intendente de Santa Rosa caga a trompadas todos los días a la ciudadanía para que se encamine por la senda del bien y la moral. Rodeado de incapaces y aduladores, gobierna al estilo de un emperador en tiempos de democracia.

Es mentira. Juan Carlos Tierno no avisó durante la campaña electoral cuáles eran sus planes para Santa Rosa. Antes del 28 de octubre de 2007 prometió asambleas barriales para que los vecinos determinen sus prioridades, esbozó o dio a entender que haría realidad un presupuesto participativo y hasta hizo la pantomima de reunirse con la CPE con el fin de que se haga cargo de la recolección de residuos. Si su plataforma electoral hasta hablaba de municipalización de los servicios públicos, diálogo y consenso.Es mentira. Tierno no está cumpliendo sus promesas. Hace la gran Menem. Sólo le falta reconocer que si hubiera dicho lo que pensaba hacer, nadie lo hubiera votado.Hoy, cuando los votantes decidieron dejar a las fuerzas políticas con representación en un empate técnico, el justicialismo con su habitual soberbia azuza el resultado electoral como excusa para gobernar en forma autoritaria sin respetar a quienes hicieron posible la división por mitades iguales en el Concejo Deliberante. Ganó por poco más de dos mil votos en una ciudad con 120 mil habitantes y obtuvo la primera minoría, no la mayoría. Pero peor aún es que algunos ingenuos hayan comprado su discurso progresista robado a la izquierda tradicional sin tener en cuenta quién es el “loco” que ocupa el sillón principal de San Martín 50. Los pobres con poco que proteger y las clases altas y medias favorecidas por el neoliberalismo reinante se quedaron con la promesa de una “seguridad” ciudadana que aún sin él no se veía seriamente cuestionada.

LO HIZO PERO NO AVISÓ. Al dialogo, decretazo. En lugar de presupuesto participativo, tarifazo. A la participación, censo espionaje. Interpretó las prioridades de la gente con nuevos impuestos. A la pobreza la escondió en las afueras y clausuró un tramo de la plaza San Martín para que los lavacoches no arruinen la imagen de la capital. Cerró una iglesia porque no hay más Dios que él. Al alcoholismo le respondió con veda. El quilombo del tránsito lo solucionó con la misma lógica de la pobreza. Encareció en un 500 % el estacionamiento, prohibió la circulación en algunos lugares y estableció multas confiscatorias. En suma: que los pobres vivan en sus barrios alejados y el centro de la ciudad se transforme en un lugar exclusivo para los pudientes, capaces de pagarse su disfrute en los lugares que antes eran públicos.La lista sigue. Policía municipal como propuesta cultural. Los artistas sin lugar y los milicos de Tierno cuidándole el culo a los que más tienen. Persecución laboral a los municipales no adictos al régimen. Violación del ordenamiento jurídico imponiendo sus normas personales a despenseros o invadiendo la intimidad de la gente. Atropello a los mercantiles que reclamaban una mejora salarial. Embate contra los medios de prensa que no adhieren a su gobierno dictatorial. Imposición de un discurso totalitario y temerario. Los que piensan distinto fueron amenazados de muerte y definidos como “subversivos”, “sediciosos”, “zurditos”, “depravados morales” y acusados de estar con “la droga y la política”.Al desacuerdo legislativo del FREPAM lo calificó de haraganería, en lugar de disenso democrático, instalando la idea de que cobran sin trabajar.

BUENAS IDEAS, MÉTODO EQUIVOCADO. Por todos lados se escuchan opiniones favorables a la idea con reservas a la forma. Si fuera así, ¿sólo basta con que el autoritarismo sea refrendado por el legislativo comunal? ¿Pude haber políticas legítimas dentro de un sistema autoritario? ¿Videla, Massera y compañía sólo se equivocaron en no legalizar el genocidio? Es decir que el censo espionaje, la persecución a la expresión cultural, laboral y de prensa, ¿son legítimas si salen aprobadas por unanimidad? ¿La única forma de enfrentar el alcoholismo, la drogadicción, los problemas del tránsito y la pobreza, es con un dictador con la suma del poder público para que todos agachemos la cabeza y protestemos por lo bajo?¿Se soluciona transformando el clientelismo habitual de la bolsa de comida, planes y subsidios, por un ejército propio de 300 personas disfrazadas de policía comunal?

ESTRATEGIAS. En los últimos días de enero pareciera que alguien lo mandó a guardarse. Tierno no hace nada nuevo más allá de los operativos de tránsito que tanto le gusta encabezar. Recibió un respaldo total del gobernador Oscar Mario Jorge pero uno de sus promotores –el jefe de la bancada oficialista, Juan Ramón “Toti” Garay– tras darle unas palmaditas de felicitaciones lo mandó a dialogar en el seno del Concejo Deliberante.Muy lejos ha quedado aquel domingo en el que intentó explicarle a una multitud de que estaban equivocados con él. Tras el final conocido de la persecución de varias personas hasta la Municipalidad, en la que permaneció varias horas hasta poder regresar a su casa, el dictaintendente se limitó a imponer su proyecto político por decreto y a recorrer los medios locales afines y los medios nacionales que le dieron pelota.Lo que viene será definitorio. Las marchas en repudio a su gobierno deben afrontar el desafío de mantenerse con un buen número y los concejales del FREPAM ven cómo se les acerca el período ordinario, el primer jueves hábil de marzo, en que tendrán que decidir si su cuestionamiento es al proyecto de ciudad de Tierno, o les alcanza con que los impuestos no suban tanto y las multas no sean tan caras.

Juan José Beascochea